Eucaristía de acción de gracias
HOMILI?A EUCARISTI?A. X Aniversario de la eleccio?n del Papa Francisco Catedral del Buen Pastor, San Sebastia?n.
Mons. Fernando Prado Ayuso, CMF
Convocados por la fe en el Sen?or Jesu?s, en torno a la mesa de la Palabra y del Altar, nos hemos reunido para celebrar la Eucaristi?a con la intencio?n especial de dar gracias a Dios. Cuando se cumplen diez an?os del pontificado del Papa Francisco, van saliendo balances de todo tipo. Yo, simplemente os invito hoy a dar gracias por lo vivido en todo este tiempo. Considero que es momento de dar gracias por lo que este hombre de Dios nos ha dicho y tambie?n por los gestos de los que hemos sido testigos. Estos hablan ma?s au?n si cabe que sus ungidas palabras. Gracias, Sen?or, porque sus palabras y sus gestos nos han ayudado y nos ayudan a caminar juntos hacia Dios y hacia los dema?s.
Nos gui?a en este Lunes de la III Semana de Cuaresma la Palabra de Dios que nos refiere al episodio de Naama?n el Sirio y Eliseo. Naaman ere un hombre acostumbrado a ban?arse en sus ri?os, en el Abana y el Farfar..., incapaz de creer que la Salvacio?n de Dios que e?l desea y necesita le pueda llegar por caminos diferentes a los habituales. “¿Co?mo ban?arme en las aguas del Jordan teniendo las nuestras?” Sin embargo, el Profeta, le invita a algo nuevo. A regan?adientes acepta la voz de Dios que le viene mediada por medio del profeta Eliseo y es curado de su enfermedad. Sale de su zona de confort y acoge la propuesta. En definitiva, obedece las indicaciones de Dios y todo cambia. Porque obedecer la voz de Dios, aun mediada por un hombre, nos puede hacer que todo cambie y que quiza? se cure alguna de nuestras enfermedades.
Mutatis mutandi, Francisco —como Eliseo— nos viene espoleando y moviendo de nuestras aguas habituales, invita?ndonos a una renovacio?n misionera de la Iglesia, invita?ndonos a una verdadera reforma. Francisco nos ha invitado a volver al Evangelio, a volver a los ori?genes y —desde la Tradicio?n— a adaptarlo a las cambiantes condiciones de los tiempos, como ya nos indicara el Concilio Vaticano II. Y lo ha hecho con un lenguaje que todos entienden.
Palabras o expresiones como “Iglesia en Salida”, “periferias existenciales”, “hospital de campan?a”, “cultura del descarte”, “sinodalidad”, “autoreferencialidad”, “custodiar”, ”casa comu?n”, “misericordear”, “Discernimiento”, “santos de la puerta de al lado”, “primerear”, “hacer li?o”... han tenido gran acogida y nos han removido de nuestra comodidad. A los curas y a los obispos nos ha hablado de lo importante que es huir del clericalismo, invita?ndonos a ser “pastores con olor a oveja” y, desde el comienzo de su ministerio, nos propuso el camino del servicio como anti?doto contra toda tentacio?n de usar mal la autoridad y el poder. En su primera homili?a ya nos dijo que “el verdadero poder es el servicio”. Seguro que entonces, adema?s de pensar en los obispos y cardenales, tambie?n pensaba en toda persona que esta? al frente de cualquier cargo o institucio?n pu?blica. A los religiosos y religiosas nos pidio? que fueramos especialmente profetas. “Despertad al mundo”, nos dijo. Y a los laicos, los ha invitado una y otra vez a participar con toda responsabilidad y consecuencia en esta Iglesia sinodal, sin huir del compromiso con el mundo, sin “clericalismos laicos”, sin hacer dejacio?n de ese discipulado misionero que busca ser sal y luz en medio del mundo. Asi?, entre todos, entre todas las formas de vida cristiana, carismas y distintas vocaciones, hemos de servir y construir la Iglesia, muriendo un poco cada uno a nosotros mismos para que brille el conjunto. ¡Que? proyecto tan bonito es la comunio?n de diferentes en el Pueblo de Dios!
En estos diez an?os, Francisco se ha convertido a nivel internacional en el gran profeta de nuestro tiempo en favor de la dignidad humana, poniendo por delante a los no nacidos, a los emigrantes, a los presos, a los pobres sin techo ni hogar, a los ancianos y sufrientes que son entendidos en nuestra cultura y en nuestro ambiente como “material de descarte”. Su rechazo de la pena de muerte, y de la inu?til guerra, con la consiguiente e interesada venta de armas que dificulta la paz, forma parte de esta mencionada denuncia de la cultura del descarte, que no es poli?ticamente correcta y choca contra no pocos intereses. E?l se ha puesto por delante en favor de la Paz, como mascaro?n de proa en primera li?nea de batalla del lado de los que no cuentan, como custodio de la casa comu?n. Ha quitado pompa al propio papado. Gracias a Dios tambie?n al episcopado. Se ha empen?ado en que su propia Curia no sea una corte como la de tiempos lejanos. Y esto es algo que, aunque a muchos cae bien, a otros nos escuece, porque nos compromete.
A la mayori?a de los gipuzkoanos, —podri?amos decir que a los vascos en general—no nos gusta que nos sen?oreen. Nos cae mal quien pretende darse aires de grandeza; nos gusta el trato noble y sencillo, tratarnos de tu?, el lenguaje directo, las decisiones compartidas, la mano tendida para cerrar los acuerdos, la libertad para hablar... Pero tambie?n somos un poco “banderizos” — como aquellos on?acinos y gamboinos— que peleamos a muerte por llevarnos la razo?n, por ver “quie?n vale ma?s en la tierra”. Y es que no nos gustan las medias tintas. Nos gustan las cosas claras, llamar a las cosas por su nombre. Por eso, en este pueblo, la mu?sica del Papa Francisco suena bien.
Sin duda, este Papa nos esta? espoleando, nos esta? invitando a ban?arnos en un ri?o que no era el acostumbrado, como Eliseo invitaba a Naaman el Sirio. Y esto hace que se nos mueva el suelo, que nos muevan la silla, que nos sintamos descolocados y desafiados al cambio. Pero tambie?n sucede que algunos no comprendemos. Algunos nos resistimos, como Naama?n el Sirio se resiste a obedecer al profeta. Incluso lo critican abierta y despiadadamente. El Magisterio del Papa y su propia persona, como era de esperar, recibe muchas cri?ticas de fuera de la Iglesia, por ser contracultural, obviamente. Pero muchas cri?ticas, algunas incluso salta?ndose el “obsequio religioso” debido a lo que Pedro representa, tambie?n vienen desde dentro.
En gran teo?logo y Cardenal, Henri de Lubac, deci?a hace ya unos cuantos an?os que quienes se deslizan por esa pendiente de la cri?tica mordaz a Pedro —a quien es el principio de la comunio?n— esta?n, en verdad, «hiriendo el corazo?n de la Iglesia», pues dividen y polarizan al pueblo de Dios en torno a la figura del Sucesor de Pedro, poniendo seriamente en peligro la comunio?n y aleja?ndose, por tanto, del propio Cristo.
Ma?s alla? de las actuaciones, viajes, documentos, gestos... nosotros hoy damos gracias a Dios por la persona y el servicio de quien es el sucesor del apo?stol Pedro —y Pedro hoy se llama Francisco—, que tiene encomendado el ministerio de unidad y comunio?n de toda la Iglesia universal. Damos gracias a Dios porque, en virtud de su ministerio, nos sigue confirmando en la fe para poder ser en medio del mundo testigos crei?bles del Evangelio. Oremos hoy, en este de?cimo aniversario de su pontificado, por el Santo Padre Francisco, para que el Sen?or le siga cuidando en su vida, iluminando en su magisterio y fortaleciendo en su misio?n de pastor de la Iglesia universal. Ame?n.