FIN DEL JUBILEO DE LA MISERICORDIA Y DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA
11/11/2016
El día 13 de noviembre, domingo, celebramos el « Día de la Iglesia Diocesana ». Una jornada que, este año cobre especial importancia, ya que coincide con el final del Jubileo de la Misericordia en nuestra Diócesis.
Con este motivo nuestro Obispo D José Ignacio presidirá la Solemne Misa a las 18:00 horas en la catedral.
Antes, a las 12:00 del mediodía se celebrarán sendas Misas de Acción de Gracias en Loyola y en Arantzazu.
Como todos los años en el Día de la Iglesia Diocesana, tanto las colectas de estas Misas de Acción de Gracias como las del resto de Eucaristías que se celebrarán en la diócesis durante el fin de semana irán destinadas a ayudar al sostenimiento de nuestras parroquias y centros de culto.
DATOS SOBRE LAS APORTACIONES DE LA IGLESIA
En cuanto al final del Jubileo de la MIsericordia, nuestro obispo nos invita a seguir ejerciendo la Misericordia del señor en nuestro entorno y a seguir trabajando en pos de una única y auténtica comunidad cristiana.
CARTA DEL OBISPO DE SAN SEBASTIÁN
San Sebastián, 27 de octubre de 2016 Día de la Iglesia Diocesana 2016
Queridos diocesanos:
La celebración del Día de la Iglesia Diocesana el 13 de noviembre, tiene este año una peculiaridad muy especial. Me refiero a la coincidencia con la clausura diocesana del Jubileo de la Misericordia.
En efecto, mientras que el 20 de noviembre, Dios mediante, el Papa Francisco presidirá en Roma una celebración de acción de gracias por la gracia vivida en este Jubileo, en el resto de las diócesis, esa celebración se adelanta al domingo anterior, 13 de noviembre.
En nuestro caso, y dado que el gesto de la apertura de la pueta santa se realizó en los santuarios de Loiola y de Arantzazu, además de en la Catedral El Buen Pastor, la misa de acción de gracias la celebraremos en los tres lugares.
Tanto el Jubileo de la Misericordia como esta jornada de la Iglesia Diocesana, son una visualización práctica de que la Iglesia solo existe para evangelizar. No hay otra razón de ser de nuestra existencia y de nuestra labor. En una conferencia sobre la Nueva Evangelización , pronunciada en el año 2000, cuya lectura os recomiendo vivamente, el entonces cardenal Joseph Ratzinger subrayaba que la Iglesia no tiene como objetivo aumentar su poder ni extender sus instituciones, como algunos piensan, sino servir al bien de las personas de la humanidad dan do espacio a Aquél que es la Vida.
Recojo algunas de sus exquisitas reflexiones para nuestra meditación:
«Esta expropiación del propio yo que se ofrece a Cristo por la salvación de los hombres, es la condición fundamental para un verdadero empeño por el Evangelio. (.. .) La evangelización es vivir en la escucha y hacerse voz del Padre. (...) Jesús predicaba durante el día y de noche rezaba. Es decir, Jesús debía adquirir de Dios a los discípulos. Y esto sigue siendo válido para la Iglesia. No podemos nosotros ganar los hombres. Debemos obtenerlos de Dios para Dios. Todos los métodos están vacíos si no tienen en su base la oración».
No quiero concluir sin hacer una referencia a la nueva etapa que abordamos en nuestra vida diocesana.
Se ha puesto ya en marcha la renovación sectorial de los organismos del obispado, con la distribución en nuevas Vicarías, quedando de la siguiente forma: Vicario General, Vicario de Pastoral de Evangelización, Vicario de Pastoral Social y Misiones, Vicario de Pastoral Litúrgica y Espiritualidad, Vicario de Vida Religiosa, y Vicario Judicial.
Por otra parte, durante este curso está teniendo lugar una reflexión en distintos órganos pasto rales de nuestra Diócesis, para caminar hacia una restructuración territorial de nuestros arci prestazgos. El objetivo es simplificar nuestras estructuras, de forma que tengamos la máxima coordinación entre los servicios del obispado y los arciprestazgos, unidades pastorales y pa rroqui as.
Os pido a todos que encomendéis en vuestras oraciones este empeño, para que acertemos en las decisiones.
Os deseo de todo corazón que los frutos del Jubileo de la Misericordia que finaliza, dejen en vosotros una huella indeleble.
Con mi bendición:
+José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián