HOMILÍA, FOTOS Y VIDEO DEL DÍA DE LA VIRGEN DE ARANTZAZU
09/09/2017
Nuestro obispo llama al entendimiento y a la búsqueda del bien común y hace un llamamiento a rezar por la solución del conflicto surgido por el referendum de independencia de Cataluña.
Miles de feligreses han acudido a rendir homenaje a la virgen de Arantzazu, patrona de Gipuzkoa.
Las inmediaciones del Santuario han estado muy animadas desde primera hora de la mañana pero sin duda, el acto central de la jornada ha sido la Eucaristía, con presencia de autoridades que, como cada año, ha presidido nuestro obispo, D. José Ignacio.
En su homilía, el obispo de San Sebastián ha llamado al entendimiento y a la búsqueda del bien común y hace un llamamiento a rezar por la solución del conflicto surgido por el referendum de independencia de Cataluña.
HOMILÍA DEL OBISPO DE SAN SEBASTIÁN:
Aránzazu 2017
Querida comunidad franciscana, queridos fieles todos. Un saludo especial para las autoridades que habéis querido participar en esta celebración:
Ayer, fiesta de la Natividad de la Virgen María, celebrábamos en una buena parte de nuestros pueblos la advocación mariana local: El Coro en Donostia, Guadalupe en Hondarribia, Izaskun en Tolosa, Arrate en Eibar, etc. Siguiendo una hermosa tradición, al igual que el 1 de agosto nos reunimos en el Santuario de Loyola, después de haber celebrado el día anterior a nuestro patrono en cada una de nuestras parroquias; así también celebramos en Aránzazu el 9 de septiembre –el día posterior a la Natividad de María— la advocación mariana de la que es patrona de todos los guipuzcoanos: Nuestra Señora de Aránzazu.
Sabemos bien que “Virgen María” no hay más que una: María de Nazaret, la Madre del Señor. La existencia de multitud de advocaciones, no es sino una expresión de su empeño por corresponder a la encomienda que Jesús le hizo en la cruz: “¡Ahí tienes a tu hijo!”; al mismo tiempo que es también una expresión de nuestro amor hacia Ella, en correspondencia a las palabras de Jesús al discípulo amado: “¡Ahí tienes a tu madre!”.
Ella, la madre de Jesús y madre nuestra, Nuestra Señora de Aránzazu, acompaña la historia de nuestro pueblo, la historia de nuestras familias, y nuestra historia personal, en el peregrinar hacia Dios. Digamos que es la madrina de una “boda espiritual”: la unión entre Dios y el hombre; entre Dios y la humanidad.
Durante el año 2017 estamos celebrando el centenario de las apariciones de María en Fátima (Portugal) en 1917, en un momento crítico de la historia en el que Europa estaba inmersa en la Gran Guerra, y en el que se iniciaba la Revolución Rusa. Dios mediante, en las próximas semanas realizaremos una peregrinación diocesana al Santuario de Nuestra Señora de Fátima, con el deseo de tomar conciencia de su acción maternal en la historia, y expresarle nuestra gratitud por su fidelidad en su compromiso materno.
Por otro lado, iniciamos el Curso Pastoral 2017-2018, en el que, entre otros aspectos, destacamos el objetivo de adaptarnos a un nuevo momento, en el que tenemos el reto de simplificarnos, purificarnos, formarnos, sacrificarnos, orar, discernir… y, en definitiva, convertirnos. La mejor manera (en realidad, la única manera) de vivir el reto de la comunión y de la evangelización, es nuestra conversión personal. No somos tan ingenuos como para pensar que cambiando nuestras estructuras vayamos a ser capaces de renovar la vida de la Iglesia. El verdadero cambio, tal y como Jesús anuncia en su Evangelio, tiene que ser también –y sobre todo— interior. Se trata de superar la indiferencia, la mediocridad, la desesperanza… y, sobre todo, se trata de abrirnos al milagro del amor.
Lo anterior no obsta para que también abordemos las necesarias adecuaciones estructurales y realicemos el discernimiento necesario sobre nuestras orientaciones pastorales. Así, por ejemplo, en este curso nos disponemos a: 1.- Reestructurar la Diócesis en 6 arciprestazgos (anteriormente eran 13), con el objetivo de que esta simplificación nos haga más efectivos. 2.- Constituir un nuevo Consejo Pastoral Diocesano para el próximo quinquenio, con el deseo de impulsar la participación de todos los miembros de nuestra Diócesis, poniendo los diversos dones y carismas al servicio de todos. 3.- Elaborar un nuevo Marco Pastoral Diocesano, que enriquezca el documento anterior de «Una Iglesia al servicio del Evangelio», desde las intuiciones que el Papa Francisco nos ofreció en «Evangelii Gaudium».
Pero la vida de la Diócesis tiene los horizontes abiertos más allá de nuestras fronteras. De hecho, estamos viviendo en estrecha comunión el viaje apostólico que el Papa está realizando a Colombia. No cabe duda de que nos gustaría poder disfrutar de la presencia del Papa en nuestra tierra, y que visitase Loyola u otros lugares emblemáticos de nuestra geografía, como hizo en su día San Juan Pablo II. Pero, no solo entendemos, sino que valoramos positivamente la opción realizada por el Papa Francisco de priorizar lo que él designa como las “periferias”. La presencia del Papa Francisco en Colombia es un respaldo al anhelo de paz que anida en el corazón de todos los hombres de buena voluntad, además de un signo de preocupación por el pueblo vecino venezolano que sufre por falta de libertad.
Sí, no lo dudemos, uno de los métodos más eficaces para nuestro crecimiento espiritual es el de acercarnos con prontitud a las periferias de la vida y del mundo, superando la tendencia a empobrecernos, centrándonos en nuestras pequeñas burbujas. Se trata, como dice el Papa Francisco, de “salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20).
Mi última palabra es para invitaros a ofrecer la eucaristía de hoy por la resolución de la situación existente en este momento en Cataluña. Hago mías las palabras del Arzobispo Cardenal de Barcelona, quien en su carta dominical de este fin de semana manifiesta: “Oremos también por las personas que tienen la responsabilidad de la tarea pública, de la gestión del bien común y de la convivencia social. La Iglesia quiere estar al servicio de este pueblo y ser, dentro de éste, fermento de justicia, fraternidad y comunión. Desde el ámbito de mi responsabilidad pastoral ante la comunidad católica y con el deseo de que mi humilde palabra pueda llegar a toda la sociedad, animo a todos a avanzar por el camino del diálogo y del entendimiento, del respeto y de la no confrontación, ayudando a que nuestra sociedad sea un espacio de fraternidad, de justicia, de libertad y de paz. Que la sensatez y el deseo de ser justos y fraternos nos guíe a todos.”
Que nuestra Señora de Aránzazu nos ayude a nosotros y a nuestras familias, a mantenernos fieles en la fe, en la esperanza y en la caridad.
PDF DE LA HOMILÍA
VIDEO:
ALBUM DE FOTOS DEL DÍA