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EXPLORAR EL UNIVERSO. ÚLTIMA DE LAS PERIFERIAS.Autor: OMIZZOLO, A., FUNES, J.G.
ISBN: 978-84-293-2543-0 SAL TERRAE - COMILLAS Número de páginas.: 253 páginas Este no es el clásico tratado sobre las relaciones entre «ciencia y fe». El estimulante proyecto de este libro consiste en explicar el mundo de la ciencia a quien se ocupa de la fe y en explicitar los desafíos que la ciencia –y en particular la astronomía, con su lenguaje, sus presupuestos, sus problemáticas– lanza a la teología y a la Iglesia. Así pues, aquí, unos hombres de ciencia, que son al mismo tiempo hombres de fe, muestran cuán preciosas son para el pensamiento teológico y para la acción pastoral las preguntas y las aportaciones de la ciencia. Y es que los beneficios del progreso científico no están reservados a unos pocos y privilegiados «expertos en estas materias», sino que deben contribuir a una comprensión integral del hombre y de su lugar en el universo. OBSERVATORIO VATICANO Fundado por el papa León XIII en 1891, es la institución de la Santa Sede dedicada a la investigación científica. Tras recibir la misión de ocuparse de la ciencia a tiempo completo y de modo profesional, supo granjearse inmediatamente la estima del mundo científico, participando en empresas astronómicas internacionales. Su sede fue trasladada en 1930 a Castel Gandolfo, residencia de verano de los pontífices. En 1980 se sumó otra sede en los Estados Unidos, cuando se construyó en el Monte Graham un telescopio nuevo y muy moderno en colaboración con la Universidad de Arizona. Tanto sus trabajos de investigación, que se extienden a todos los campos de la moderna astrofísica, como su esfuerzo de divulgación científica continúan todavía hoy. Los miembros del Observatorio Vaticano, en su mayoría jesuitas, desarrollan su investigación vinculada a las más prestigiosas instituciones de astrofísica del planeta, en colaboración con colegas de todo el mundo. Además de promover el desarrollo científico, se dedican al diálogo entre ciencia, fe y filosofía, sin descuidar la formación de los jóvenes astrónomos, sobre todo de los países emergentes. De este modo, el Observatorio proporciona su propia contribución, silenciosa pero sustancial, a la investigación científica a través del doble trabajo de explicar, como decía san Juan XXIII, la ciencia a la Iglesia y la Iglesia a los hombres de ciencia. |